sábado, 8 de junio de 2013

Los afectos musicales en el cine

¿Qué es lo que une a películas, aparentemente tan diversas entre sí, como El puente sobre el río Kwai, La misión o Enrique V, de Kenneth Branagh? Podríamos analizarlas desde diversos puntos de vista y, sin duda, encontraríamos varias similitudes, sobre todo en el aspecto tonal: se trata de tres filmes de corte histórico en los que el sentido de la épica está muy presente. Entonces, ¿cuáles son los elementos que enfatizan ese carácter lírico y, en ocasiones, dramático que conecta las tres obras? Mis alumnos contaban con una ventaja, sabían a lo que me refería por el tema que estábamos tratando: la música en el cine.

La semana pasada nos centramos, entre otros aspectos, en la música hecha para cine. Se trata de un elemento muy importante, yo diría capital, para entender y disfrutar de una película. El cine nos ha dejado partituras y fragmentos musicales inolvidables y tan reconocibles que, en ocasiones, dan sentido por sí mismos a un film. ¿Quién no ha rememorado, al escuchar la famosa marcha militar de El puente sobre el río Kwai, los primeros planos de los pies descalzos de los soldados marcando el ritmo, o el rostro del coronel Nicholson (una de las mejores interpretaciones de Alec Guinness) imaginándose una marcha militar sublime, en el momento en el que la música pasa de diegética a incidental? Sin mirar a la pantalla mis alumnos rápidamente reconocieron, gracias a la música, de qué película se trataba. En ocasiones, la música hace tan grande a una película, que podemos evocar las imágenes sólo con escucharla.


Posteriormente, analizamos los afectos musicales en el film La misión, de Roland Joffé. Concretamente, nos centramos en dos momentos análogos (la ascensión a la misión), interpretados por dos personajes distintos, el padre Gabriel (Jeremy Irons) y Rodrigo Mendoza (Robert De Niro). El compositor Ennio Morricone refleja, de forma magistral, los diferentes estados de ánimo de los dos personajes en el momento de dicha ascensión a través de parajes inhóspitos y de extrema dificultad. La música, por lo tanto, ayuda a comprender mejor la psicología de los personajes y los sitúa dentro del relato. 

Después de visionar y analizar estos fragmentos, quise despedir el final del curso con algunas imágenes maestras: no pude evitar proyectar la entrañable cena de navidad que nos regala Charles Chaplin en la magistral La quimera del oro. Finalmente, nos despedimos con las últimas imágenes de Centauros del desierto, aunque con una diferencia: el amargo final de la película dio paso a un "hasta luego", que corroboramos con unos mojitos en La taberna del beso. Nos vemos en octubre para el siguiente módulo. Ahora sí, "¡hasta luego!".